El alumno aprende un contenido cualquiera cuando es capaz de atribuirle un
significado concreto. Por eso lo que procede, es intentar que los aprendizajes
que llevan a cabo los niños sean en cada momento de la escolaridad, lo más
valiosos posibles. En este proceso, es indispensable tener en cuenta las
características individuales de los niños, promover una participación activa
dentro del grupo y ajustarse en la medida de lo posible a los ritmos de cada
uno de ellos, pues una intervención errónea por nuestra parte retrasaría el
proceso de su evolución.
Fundamentalmente, nuestro papel como docentes debe basarse en transmitir
conocimientos, aunque debemos tener presente que dentro de un aula no solo es
importante dejar ese aspecto cubierto, sino que debemos motivar a los niños a
aprender, realzar sus puntos fuertes, empatizar con ellos, conocer sus
intereses… y entre otras cosas enseñar habilidades y valores que les permitan
adaptarse a la sociedad en la que vivimos.
En esta difícil tarea, la metodología que emplea el adulto juega un papel relevante
en la educación, al ser el eje central de un proyecto educativo, son muchas las
ventajas e inconvenientes que puede generar en el curso de aprendizaje de los
niños.
El rol del adulto como podemos ver es muy significativo, pero he de
resaltar que en ocasiones no somos conscientes del daño que podemos ocasionar a
los pequeños. El camino se hace al andar, por este motivo deberíamos tener en
cuenta que dentro de una metodología son muchos los aspectos que se deben
trabajar y por supuesto que se pueden mejorar. Un buen profesor aprende de sus
errores, autoevalúa su labor, pone al alcance de los niños recursos que les ayuden
a crecer a nivel personal, además de esforzarse para mejorar sus prácticas
educativas y su compromiso como docente.
En mi opinión, la práctica educativa
siempre está designada por acciones que los profesionales de la
educación determinan como buenas o malas. Normalmente las nuevas corrientes,
tienden a anular las enseñanzas que se llevaban a cabo en años anteriores, como
puede ser utilizar una técnica conductista a la hora de reconducir una conducta
de un niño. Es cierto que hemos evolucionado, y que gracias a las aportaciones
de diferentes teóricos cognitivos hemos descubierto que lo verdaderamente
importante en el aprendizaje es la participación activa del sujeto, pues de
esta manera construye sus conocimientos.
En la actualidad, se supone que la mayoría de las escuelas plantean una
enseñanza diferente a la de hace años atrás. En realidad, y al ingresar a las
instituciones escolares podemos darnos cuenta de que ese planteo es totalmente
falso.
Esa “nueva enseñanza” se basa en el enfoque conductista, aquel que por años
predominó en las aulas y en los cuadernos de los alumnos, y que sigue vigente
actualmente, aunque hoy en día se hable de una enseñanza desde otra
perspectiva: la constructivista.
Personalmente, creo que a la hora de educar es inevitable utilizar ambos
métodos, con independencia de que uno sea más productivo que otro. Las teorías del aprendizaje que solemos
encontrar en las aulas de educación infantil incluyen los dos enfoques, la
diversidad del alumnado que contemplamos en ellas invita al maestro a dar
cabida a ambos métodos, pues hay pequeños que aprenden rápido y no necesitan
del constructivismo para comprender y asimilar los conceptos trabajados.
En definitiva, para llegar a conocer los procesos de enseñanza y
aprendizaje de los niños se debe partir del análisis de los mismos, interrogar
disciplinas que se encarguen de la práctica docente, además de tener presente aquellos principios
educativos que son los que nos ayudarán a profundizar y entender mejor la
naturaleza de la educación escolar.
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