jueves, 9 de enero de 2014

Papel del adulto

Construir  un marco de trabajo que permita a los niños aprender y comprender aquello que están experimentando y viviendo en determinados momentos, es un tema complicado de abordar dentro de la educación.

El alumno aprende un contenido cualquiera cuando es capaz de atribuirle un significado concreto. Por eso lo que procede, es intentar que los aprendizajes que llevan a cabo los niños sean en cada momento de la escolaridad, lo más valiosos posibles. En este proceso, es indispensable tener en cuenta las características individuales de los niños, promover una participación activa dentro del grupo y ajustarse en la medida de lo posible a los ritmos de cada uno de ellos, pues una intervención errónea por nuestra parte retrasaría el proceso de su evolución.

Fundamentalmente, nuestro papel como docentes debe basarse en transmitir conocimientos, aunque debemos tener presente que dentro de un aula no solo es importante dejar ese aspecto cubierto, sino que debemos motivar a los niños a aprender, realzar sus puntos fuertes, empatizar con ellos, conocer sus intereses… y entre otras cosas enseñar habilidades y valores que les permitan adaptarse a la sociedad en la que vivimos.

En esta difícil tarea, la metodología que emplea el adulto juega un papel relevante en la educación, al ser el eje central de un proyecto educativo, son muchas las ventajas e inconvenientes que puede generar en el curso de aprendizaje de los niños.

El rol del adulto como podemos ver es muy significativo, pero he de resaltar que en ocasiones no somos conscientes del daño que podemos ocasionar a los pequeños. El camino se hace al andar, por este motivo deberíamos tener en cuenta que dentro de una metodología son muchos los aspectos que se deben trabajar y por supuesto que se pueden mejorar. Un buen profesor aprende de sus errores, autoevalúa su labor, pone al alcance de los niños recursos que les ayuden a crecer a nivel personal, además de esforzarse para mejorar sus prácticas educativas y su compromiso como docente.

En mi opinión, la práctica educativa  siempre está designada por acciones que los profesionales de la educación determinan como buenas o malas. Normalmente las nuevas corrientes, tienden a anular las enseñanzas que se llevaban a cabo en años anteriores, como puede ser utilizar una técnica conductista a la hora de reconducir una conducta de un niño. Es cierto que hemos evolucionado, y que gracias a las aportaciones de diferentes teóricos cognitivos hemos descubierto que lo verdaderamente importante en el aprendizaje es la participación activa del sujeto, pues de esta manera construye sus conocimientos.

En la actualidad, se supone que la mayoría de las escuelas plantean una enseñanza diferente a la de hace años atrás. En realidad, y al ingresar a las instituciones escolares podemos darnos cuenta de que ese planteo es totalmente falso.

Esa “nueva enseñanza” se basa en el enfoque conductista, aquel que por años predominó en las aulas y en los cuadernos de los alumnos, y que sigue vigente actualmente, aunque hoy en día se hable de una enseñanza desde otra perspectiva: la constructivista.

Personalmente, creo que a la hora de educar es inevitable utilizar ambos métodos, con independencia de que uno sea más productivo que otro.  Las teorías del aprendizaje que solemos encontrar en las aulas de educación infantil incluyen los dos enfoques, la diversidad del alumnado que contemplamos en ellas invita al maestro a dar cabida a ambos métodos, pues hay pequeños que aprenden rápido y no necesitan del constructivismo para comprender y asimilar los conceptos trabajados.


En definitiva, para llegar a conocer los procesos de enseñanza y aprendizaje de los niños se debe partir del análisis de los mismos, interrogar disciplinas que se encarguen de la práctica docente,  además de tener presente aquellos principios educativos que son los que nos ayudarán a profundizar y entender mejor la naturaleza de la educación escolar.

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